Breve Curriculum

Miguel Toro Bonilla es doctor en Ingeniero Industrial por la Universidad de Sevilla y catedrático del Departamento de Lenguajes y Sistemas Informáticos de la misma universidad.



Ha desempeñado un papel relevante en la puesta en marcha y de los estudios en Informática en la Universidad de Sevilla. Con este fin ha desempeñado varios cargos de responsabilidad en la universidad hispalense: Subdirector para Informática de la Escuela Universitaria Politécnica, Subdirector para Informática de la Escuela Superior de Ingenieros Industriales con el encargo de la puesta en marcha del segundo ciclo de Licenciado en Informática, Vicedecano de Investigación de la Facultad de Informática y Estadística.



Ha sido el Director del Departamento de Lenguajes y Sistemas Informáticos durante los primeros años de su creación. En esta dedicación ha colaborado de forma muy activa en el diseño de las asignaturas de los estudios de informática relacionadas con el software. Ha puesto en funcionamiento el grupo de investigación Sistemas Informáticos. Este es hoy un grupo consolidado que trabaja en Ingeniería del Software e Inteligencia Artificial. Sobre estos temas ha dirigido 20 tesis doctorales y publicado varias decenas de artículos en congresos internacionales, nacionales y revistas de prestigio. Ha pertenecido a varias redes europeas de excelencia y ha dirigido varias redes nacionales de investigación.



Ha sido director de la Oficina de Transferencia de Resultados de la Investigación (OTRI) de la Universidad hispalense. Su trabajo se ha centrado en incentivar la transferencia de tecnología hacia la empresa buscando nuevos métodos para incentivar la relación de los universitarios con el sector empresarial. En esta dedicación ha puesto en marcha diferentes iniciativas relacionadas con la creación de Empresas de Base Tecnológica ligadas a la actividad de grupos de investigación universitarios e instrumentos para agilizar la gestión de los proyectos donde colaboran empresas e investigadores de la universidad.



Ha desempeñado el cargo de Director General de Investigación, Tecnología y Empresa de la Junta de Andalucía. En este puesto ha colaborado en la puesta en marcha de diversos centros tecnológicos, la creación de Parques Tecnológicos y la potenciación de la I+D+i en Andalucía.



Es colaborador de diversas Agencias autonómicas y estatales en la evaluación de proyectos de I+D+i, Institutos de Investigación y de la actividad investigadora en general. En particular ha tenido un papel activo en la Agencia Andaluza de Evaluación de la Calidad y Acreditación Universitaria (AGAE).



Ha sido Presidente de SISTEDES (Sociedad Española de Ingeniería del Software y Tecnologías de Desarrollo de Software) y Vicepresidente de la Sociedad Científica Informática de España (SCIE). Ha sido miembro del Consejo Asesor de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y la Acreditación (ANECA).

Ha sido Presidente de la Sociedad Científica Informática de España (SCIE).

Ha recibido el Premio Sistedes 2011, otorgado por Sistedes, en reconocimento a su labor de promoción y consolidación de la Informática en España.

Ha recibido en el Premio Fama de la Universidad de Sevilla en 2012 en la Rama de Ingeniería y Arquitectura en reconocimiento al papel clave que ha desempeñado en el desarrollo de la Informática en la Universidad de Sevilla y en España.

Ha recibido el Premio José García Santesmases a la trayectoria profesional 2016 otorgado por la SCIE.





lunes, 1 de febrero de 2021

La pandemia puede ayudar a actualizar la universidad pública

 

La pandemia puede ayudar a actualizar la universidad pública

miércoles, 3 de julio de 2019

Europa tiene que ser independiente en la guerra tecnológica entre China y Estados Unidos

En uno de los episodios clave del siglo XX, el presidente Kennedy apareció en la televisión estadounidense dando un ultimátum a los rusos. Exigía la retirada de los misiles de Cuba y amenazaba con una nueva invasión de la isla. La anterior fracasó en Bahía de Cochinos. Era el momento más delicado de la guerra fría entre Rusia y Estados Unidos. 

Hoy Rusia ha cedido su papel a China. Las dos principales potencias económicas del mundo, Estados Unidos y China, han convertido su guerra comercial en una guerra tecnológica. Es lo que ya se denomina la Guerra Fría Tecnológica. Esta guerra por el liderazgo del mundo se está manifestando de muchas maneras, pero la más evidente está siendo el veto de empresas americanas a los productos de la china Huawei. 

La nueva guerra fría se está librando alrededor de varios elementos: la tecnología 5G, los sistemas operativos para los móviles, la denominada Internet de las Cosas (Internet of Things, IoT) y en general la puesta a punto de productos informáticos desarrollados bajo el paradigma de la Inteligencia Artificial. Explicar cada uno de estos conceptos sería largo, pero hagamos una breve introducción. 

Ya está claro que las tecnologías informáticas y la automatización están haciendo innecesarios un volumen importante de trabajos y reemplazarán el 40-50% de los trabajos actuales dentro de los próximos 15-20 años. La Inteligencia Artificial es la parte de la informática capaz de construir algoritmos y productos que emulen actividades que hasta ahora han sido hechas por humanos. Ahora se están eliminado tareas repetitivas pero cada vez más la Inteligencia Artificial aportará soluciones a tareas que hasta ahora eran impensables para una máquina. Las políticas tecnológicas en este campo, el liderazgo en los nuevos productos construidos con estas tecnologías, determinarán quien es el líder mundial. 

En China la Inteligencia Artificial ha sido tomada en serio por las autoridades. No en vano, el Gobierno de China quiere lograr en 2025 los avances clave para que en 2030 domine estas tecnologías. De ser así, el país podría llevar la absoluta delantera en este crucial campo tecnológico. Uno de los productos clave es la tecnología 5G (ahora los móviles tienen la 4G). Esta tecnología ofrecerá un ancho de banda y una velocidad nunca vistas hasta ahora. Estas posibilidades están relacionadas con el desarrollo del Internet de las Cosas y el uso de vehículos autónomos. La llamada Internet de las Cosas sirve para conectar miles de millones de objetos y máquinas (no personas) difundiendo la información en todos los ámbitos de la vida con extraordinaria rapidez y de forma global. Cada electrodoméstico, cada coche, cada móvil, cada máquina, está siendo dotada de multitud de sensores que pueden ser monitorizados, conectados entre sí, y los datos resultantes analizados para ofrecer soluciones más eficientes. Es el Internet de las Cosas. El universo de los dispositivos de la IoT incluye miles de millones de sistemas electrónicos, como cámaras de video, teléfonos inteligentes y relojes inteligentes, y sistemas de control industrial utilizados en las redes eléctricas. El uso de redes 5G aumentará la capacidad de los dispositivos conectados en red para interactuar a velocidades más rápidas de transferencia de datos. Los estándares de este mundo se están definiendo ahora. Quien los controle controlará el flujo económico mundial. Un tercer elemento son los sistemas operativos para móviles. El más conocido es Android de la empresa americana Google. Tener un sistema operativo independiente es clave para un país que pretenda liderar el mundo. 

Todo ese mundo depende de las redes de comunicación, las nuevas tecnologías 5G, y aquí Huawei tiene, según la opinión casi unánime de los expertos, una clara hegemonía que va incrementándose. Y en los nuevos teléfonos inteligentes Huawei, en función de su precio y diseño, es el segundo productor mundial y usa Android, un sistema operativo de Google. Esto ha hecho que Trump intente impedir que Google proporcione ese sistema operativo a Huawei. 

Ante ello solo podemos esperar que China redoble los esfuerzos para desplegar un sistema operativo de teléfonos inteligentes propio, diseñar sus propios chips, desarrollar su propia tecnología de semiconductores (incluidas herramientas de diseño y equipos de fabricación), e implementar sus propios estándares de tecnología. 

Estados Unidos estaba relativamente tranquilo en su hegemonía porque estaba seguro de su superioridad tecnológica (en gran medida derivada de sus universidades), que se traducía en superioridad económica y militar. La superioridad económica ya ha desaparecido. Y la superioridad tecnológica empieza a desvanecerse en sectores clave, como el 5G. En lo inmediato, Huawei, entre otras empresas chinas, tiene suficiente capacidad tecnológica (invierte en I+D más que cualquier otra empresa) para producir sus propios componentes, incluido un nuevo sistema operativo. Si a ello unimos la política china de construir la nueva ruta de la seda global en infraestructuras de transporte y comunicaciones, cooperando con países de todo el mundo, se entiende el pánico de los que siguen pensando en mantener la supremacía occidental. 

El desarrollo de estas tecnologías está teniendo un impacto político importante. En China el gobierno impulsa un sistema de reputación social nacional que usará cámaras, Big Data e Inteligencia Artificial para controlar la conducta de las personas. Parece como si el mundo imaginado de Orwell se hiciera realidad. Aunque no tan explícito muchos gobiernos occidentales utilizan técnicas similares con el supuesto propósito de controlar el terrorismo. China está tratando de dominar el Internet de las Cosas y planea usar el acceso a miles de millones de dispositivos electrónicos en red para fines de recopilación de información y negocios. 

En la actualidad, China ya es el segundo país del mundo en inversión en investigación detrás de Estados Unidos, lo que deja a Europa descolgada en la carrera por la innovación, algo que tendrá graves consecuencias para el Viejo Continente a medio plazo. 

Europa corre el riesgo (muy serio) de convertirse en una esclava tecnológica de China y Estados Unidos. En esta guerra tecnológica las armas están ya elegidas. Son el Big Data, la Inteligencia Artificial y la Biotecnología. Europa necesita una política común y no intentar negociar país a país con las grandes potencias. Pero no está haciendo nada, Europa se resigna al papel de espectador en la guerra entre las dos grandes superpotencias tecnológicas. Con cada vez menos compañías tecnológicas en la primera línea del escenario global, Europa sigue sin saber que hacer frente a un conflicto en el que tarde o temprano deberá tomar parte. Los europeos deberíamos poner más énfasis en potenciar nuestra capacidad tecnológica para romper la absoluta dependencia de los dos gigantes en guerra. Europa no debe darse por vencida en la guerra tecnológica si quiere mantener en el futuro las libertades conquistadas y el estado del bienestar construido. 

En el empeño de potenciar la capacidad tecnológica las universidades europeas deberían tener un objetivo prioritario. Pero no lo tienen. No existe una política tecnológica europea que priorice líneas de investigación que puedan conseguir productos competitivos con los ofertados por las grandes superpotencias China y Estados Unidos. Las universidades chinas y americanas están implicadas en la guerra tecnológica. Las universidades europeas mayoritariamente están preocupadas en producir ciencia. Es decir, conocimiento del mundo publicado en revistas científicas. Pero están muy atrasadas en la producción de tecnología. Están muy atrasadas en la llamada innovación. Es decir, el diseño de productos competitivos en mercado mundial. 

En España la orientación de las universidades es aún más preocupante. No existe en España política tecnológica que pueda orientar la investigación de los grupos de investigación existentes. Ni siquiera existen prioridades de la política científica. La carrera universitaria de los buenos investigadores españoles está orientada a conseguir publicaciones científicas en revistas internacionales. Posiblemente el conocimiento publicado se usará el China o Estados Unidos para hacer productos competitivos. Aquí los investigadores no estamos comprometidos, porque no hay una política diseñada para ello, con el desarrollo tecnológico del país. Nuestros intereses corporativos defienden que ya publicamos mucho. España es el noveno país mundial en publicaciones científicas decimos. Es una excelente posición. Pero eso es insuficiente. En innovación, en patentes, en resolver los problemas de las empresas cercanas, en buscar ideas que se conviertan en productos competitivos estamos muy atrasados. Los universitarios españoles, y una buena parte de los europeos, vivimos en una torre de marfil resolviendo problemas que en muchos casos nos inventamos e ignorando la guerra tecnológica que se está librando en el mundo. Hace falta un gobierno en España que tome conciencia del problema y reoriente la situación. Europa tiene que tomar conciencia de la guerra tecnológica en marcha y tomar medidas para no quedar reducida a la esclavitud tecnológica.

martes, 16 de octubre de 2018

¿Hay que reformar la universidad pública?

En las últimas semanas se ha hablado mucho de la universidad pública española. Se están encontrando muchas imperfecciones, se ha amplificado hasta la saciedad la venta de títulos a algunos políticos interesados en la titulitis pero que no están interesados ni en conocimiento y menos en la tecnología, han aparecido institutos cuyo fin, parece ser era engrosar el bolsillo de alguno. ¿Pero es toda la universidad así? ¿Y si fuera así, merece la pena para un país tener una universidad así? Ya adelanto que estoy totalmente convencido de que la universidad no es así como la han intentado dibujar en algunos medios de comunicación. Y también estoy convencido de que un sector político no precisamente progresista está demostrando que le importa poco la universidad, su prestigio, su buen funcionamiento. Este sector político no da importancia a la universidad y no comprende que la sociedad española necesita una población formada para poder competir en el mundo en que vivimos. Que necesitamos buenos profesionales para que nuestras empresas produzcan los productos que necesitamos para vivir mejor. Que necesitamos buenos profesionales para que nazcan empresas aquí en España que compitiendo con otras a nivel internacional generen valor añadido y, a su vez, generen puestos de trabajo de calidad. Los políticos de ese sector, como digo no precisamente progresista, hablan de boquilla. Hablan de la necesidad de la formación. Pero por formación entienden simplemente el tener un título que ellos consiguen fácilmente porque creen que la universidad es suya y por lo tanto se merecen obtener un título sin esfuerzo. Además, están convencidos que todos hacen lo mismo y, por lo tanto, al ser tan sencillo obtener un grado, un máster o un doctorado, no es necesario financiar la universidad. Total, para obtener un título, con lo fácil que ha sido para algunos de ellos, no es necesario muchas inversiones, piensan ellos.

Pero hay gran consenso en que un país necesita para su desarrollo, para competir a nivel internacional, para que se creen empleos de calidad necesita una buena, a ser posible muy buena, universidad. Una universidad que forme buenos profesionales capaces de aportar las tecnologías disponibles a las empresas españolas y de grupos de investigación punteros que sean capaces de crear nuevas tecnologías y generar nuevo conocimiento científico. Creo que la formación de buenos profesionales y de grupos de investigación punteros es el objetivo de la universidad y para conseguirlo se necesita más inversión pública. Una inversión pública que es muy rentable a medio plazo para la sociedad. Una inversión pública que los países más adelantados, Alemania, Reino Unido, Japón, Estados Unidos, etc., han mantenido incluso aumentado en los últimos años mientras que España ha bajado esta inversión en proporciones claramente alarmantes en los últimos años. Este descenso en la inversión pública está produciendo la fuga de muchos de nuestros mejores cerebros buscando mejores oportunidades. Esto es empobrecer al país. Pero la universidad pública necesita, además de más inversión, una nueva gobernanza. Una nueva forma de rendir cuentas ante la sociedad a la que debe servir. La universidad pública española ha mejorado muchísimo desde los años 80. En aquellos años era una universidad provinciana, incluso las de Madrid y Barcelona, con contenidos obsoletos en la mayoría de las asignaturas que se impartían y los pocos grupos de investigación que existían, salvo honrosas excepciones, completamente desconectados del escenario mundial de investigación. Ahora hay bastantes grupos de investigación, no los suficientes, muy conectados a nivel mundial que pueden competir y si codean con los mejores y un profesorado universitario más al día de las tecnologías disponibles.

Pero, aunque ha mejorado mucho desde los años 80, la universidad pública necesita mejorar más y, como he dicho antes, no sólo se necesita más inversión se necesita cambiar la gobernanza universitaria. Se necesita que el poder político comprenda la necesidad de una buena universidad y que priorice las líneas de investigación necesarias para el país, que priorice y especialice las universidades. Posiblemente unas más focalizadas a investigación puntera con recursos para contratar a los mejores investigadores que formen buenos grupos de investigación competitivos mundialmente. Posiblemente otras universidades con un perfil más docente más centradas en formar profesionales para la industria local existente. Esto implica una especialización del profesorado universitario. Esto implica una carrera diferente para los funcionarios de las universidades públicas. Esto implica una mayor participación de la sociedad en las grandes decisiones de la universidad. En si se abre un nuevo grado o se cierra. En si se abre una nueva Facultad o se cierra. En si se priorizan los recursos de una universidad hacia un fin u otro. La sociedad debe tener un papel más decisivo para valorar los resultados de departamentos, centros universitarios y profesores concretos y a partir de ahí poder tomar decisiones que orienten la universidad hacia los intereses de la sociedad. Claramente hace falta más transparencia. Pero más transparencia teniendo claro el objetivo que se busca. Debe ser más claro para la sociedad los egresados que encuentran trabajo y los que no, los departamentos y centros que hacen bien su trabajo y los que no. Incluso los profesores concretos que hacen bien su trabajo y los que no. La comunidad universitaria no debe ser la única que opine en la elección de un rector y su equipo. El director de un departamento o un centro no puede ser elegido solamente por los profesores de ese departamento o centro. Si queremos hacer que la universidad sea más útil para la sociedad tenemos que conseguir cambiar todas esas cosas. Es lo que se llama cambiar la gobernanza universitaria. Este cambio necesario no tiene nada que ver con lo que está apareciendo últimamente en los periódicos. A raíz de las noticias de prensa se pide más controles burocráticos, pero sólo eso. Más controles burocráticos solamente empeorarían la situación. Hace falta un cambio más profundo. ¿y si está tan claro por qué no se hace?

No se hace porque hay grandes intereses en contra. Los partidos políticos gobernantes en la última década han decidido que les interesa poco la universidad. Que intentar cambiar algo sólo puede ser una fuente de problemas para ellos. Han decidido atacar el problema de otra manera: la universidad no les interesa, pero como no quieren reformarla por el miedo a fuertes contestaciones del sector universitario, han optado simplemente por bajar paulatinamente su presupuesto. Una muerte lenta. El sector universitario, no siempre progresista, defenderá su statu quo. Por mucho que se diga, tras la crisis y por término medio, el sector universitario, en el cual me incluyo somo un sector privilegiado. Este sector no está interesado que perder algunos de sus privilegios. Claramente hace falta discriminar los profesores, centros y departamentos que lo están haciendo bien y premiarlos. Pero con recursos limitados esto llevará consigo que otros no lo sean. El problema es que esos otros son mayoría y eligen al rector, etc.

La universidad necesita cambios que no tienen nada que ver con lo que está saliendo en los periódicos. Los cambios no pueden venir del interior del mundo universitario. Estos cambios tienen que ser liderados por un partido político que crea que hace falta una universidad de más calidad. Pero ¿hay algún partido político disponible para esta tarea? Si no lo hay lo necesitamos.

lunes, 5 de marzo de 2018

El Ingeniero de Datos

Aun partiendo del hecho de que la Informática es una Ingeniería madura surgen nuevos debates en la relación de la Informática con la Ingeniería. Uno de ellos está en el campo de los datos y las profesiones que están surgiendo alrededor. Se están ofertando Másteres para formar a Científicos de Datos. Se habla que el mundo del Big Data necesita Científicos de Datos. Pero se habla poco de Ingenieros de Datos. Claramente un Ingeniero, en general, debe conocer la ciencia disponible. La Ciencia estudia el mundo como es. Su pasión es descubrir la verdad. La Ingeniería crea el mundo que aún no existe. Su pasión es crear soluciones. En particular en el caso del Ingeniero de Datos debe conocer los algoritmos disponibles para analizar los datos, agruparlos o hacer predicciones. Pero un Ingeniero necesita muchas más capacidades: gestión de equipos, mantenimiento de la infraestructura, tratar con los clientes, evaluar y gestionar los costes, estar al día de las tecnologías y saber elegir, y adquirir, las más adecuadas en cada caso, etc. Son habilidades que debe tener el Ingeniero de Datos. En definitiva, debe saber elegir y mantener la infraestructura que da soporte a los datos a un coste adecuado y gestionar los recursos humanos necesarios. En el mundo del Big Data se observa la necesidad de formar Ingenieros de Datos y no solamente Científicos de Datos.

Desde Sistedes se ha preparando un breve documento que trata de resaltar la figura del Ingeniero de Datos. El manifiesto puede encontrarse en Ingeniero de Datos

Los Ingenieros de Datos, junto a conocer los algoritmos para extraer patrones de los datos, deben ser capaces de trabajar con técnicas de almacenamiento eficiente para manejarlos, velar por la calidad de los datos, gestionar su evolución, diseñar y mantener las infraestructuras que los soportan, velar por la seguridad y fiabilidad de los datos, etc.

miércoles, 10 de enero de 2018

Intervención en la entrega del Premio José García Santesmases

Palabras en el Premio José García Santesmases

Miguel Toro

Señora Secretaria de Estado, Señor Presidente de la Fundación BBVA, autoridades académicas, premiados, Presidentes de Sociedades Científicas, compañeros, amigos todos,

En primer lugar, quiero agradecer a la SCIE y en particular al Jurado de los Premios Nacionales de Informática el haberme concedido este premio a la trayectoria profesional. También quiero agradecer la iniciativa a las personas que presentaron mi candidatura al premio. Gracias.

En segundo lugar, quiero felicitar a mis compañeros premiados: Mario y Nuria. Mario Piattini ha sido capaz, en muy poco tiempo, de construir un grupo de investigación y una línea de investigación en Ingeniería del Software que es referente a nivel internacional. Nuria Oliver es una investigadora de referencia mundial, una de las mujeres investigadoras en informática más citadas en España. También felicito a los premiados en los Premios de Investigación. Es un honor compartir premio con todos ellos.

Quiero aprovechar esta tribuna para recordar la evolución de la SCIE y hacer algunas propuestas de futuro. La SCIE es ya una sociedad madura. Debemos agradecer a Francisco Tirado la iniciativa de ponerla en marcha allá por el tiempo en que se celebró el primer CEDI organizado en Granada. Esto era por el año 2005. Desde entonces la SCIE ha dado solidez a los CEDIs, se ha dado estabilidad a los Premios Nacionales de Informática y, recientemente, en colaboración con la Fundación BBVA, se han creado seis premios para jóvenes doctores en informática. Un hito muy importante en la maduración la SCIE ha sido la publicación del Rating de Congresos de GII-GRIN-SCIE en colaboración con las sociedades italianas de informática.

Ahora debemos abordar nuevos retos. Quisiera proponer tres.

Estoy convencido de que la Informática es una Ingeniería madura. Desde la SCIE se han hecho esfuerzos para acercar al mundo de la informática a las Ingenierías clásicas y aprender de su experiencia. Entre estos esfuerzos han estado las entregas, en los años anteriores, de los Premios Nacionales de Informática en la Real Academia de Ingeniería. Pero surgen nuevos debates en la relación de la Informática con la Ingeniería. Me quiero referir en concreto al mundo del Big Data y las profesiones que están surgiendo alrededor. Se están ofertando Masters para formar a científicos de datos. Se habla que el mundo del Big Data necesita Científicos de Datos. Pero se habla poco de Ingenieros de Datos. Claramente un Ingeniero, en general, debe conocer la ciencia disponible. En particular en el caso del Ingeniero de Datos debe conocer los algoritmos disponibles para analizar los datos, agruparlos, hacer predicciones, etc. Pero un Ingeniero necesita muchas más capacidades: gestión de equipos, el mantenimiento de la infraestructura, tratar con los clientes, evaluar y gestionar los costes, decidir el software y hardware adecuado y adquirirlo, etc. Son habilidades que debe tener el Ingeniero de Datos. En definitiva, debe saber mantener una infraestructura a un coste adecuado y gestionar los recursos humanos necesarios. Creo que en el mundo del Big Data debemos formar Ingenieros de Datos y no solamente Científicos de Datos. Si no lo hacemos nosotros, los informáticos, lo harán otros.

El segundo reto es el impulso a la Competencia Digital y Pensamiento Computacional en el ámbito de la Enseñanza Primaria y Secundaria. Hay un creciente interés internacional por la enseñanza de las TIC en los niveles educativos preuniversitarios. La UE ha elaborado directrices para el desarrollo de la competencia digital de sus ciudadanos para la vida laboral, incluyendo que la formación de los niños les prepare para dicha capacitación laboral. España está muy atrasada en este tema. Desde la SCIE se han puesto en marcha algunas iniciativas al respecto: Premio Alan Turing para alumnos de secundaria y la creación de un grupo de trabajo en Competencia Digital y Pensamiento Computacional. Ambas en colaboración en colaboración con la CODDI. El presidente, Antonio Bahamonde, está haciendo esfuerzos en este sentido, pero necesita de la ayuda de todos para convencer al Ministerio y a los Gobiernos de las diferentes autonomías.

El tercero tiene que ver con la situación de incertidumbre en la que vive la actividad investigadora en nuestro país que está obligando a muchos de nuestros jóvenes investigadores a buscar su futuro profesional fuera de España. En ese marco la investigación española en informática sigue creciendo en calidad y en reconocimiento y presencia internacional pero la inversión en investigación sigue siendo baja y sin perspectivas de que aumente. Tampoco se están planificando objetivos y prioridades para la investigación. ¿Qué podemos hacer? Claramente, como sociedad, debemos seguir pidiendo que aumente la inversión en investigación en Informática. Pero esto no es suficiente. Tenemos que proponer prioridades de investigación en informática que permitan acercar, aún más, la investigación universitaria a las necesidades de la sociedad. Tenemos que proponer prioridades que orienten las líneas de investigación de los grupos que investigan en informática. Tenemos que abordar este objetivo desde la SCIE porque no se está haciendo desde otros ámbitos. Es un objetivo complejo, pero otros, como el rating de congresos, también lo eran y los conseguimos.

miércoles, 28 de octubre de 2015

La Simulación en Ingeniería del Software

La comunidad de Ingeniería del Software debería  más aprovechar las técnicas de simulación. Hay muchas áreas en las que la simulación se puede aplicar para apoyar el desarrollo de software y la adquisición de productos software. Tales áreas incluyen entre otras la mejora de procesos. Las herramientas de simulación son ahora maduras.  Es conveniente crear conciencia sobre la utilidad e importancia de la simulación en apoyo de la ingeniería de software. La simulación es más que una tecnología, ya que obliga a uno pensar el comportamiento del sistema en términos globales  y tener en cuenta que los sistemas son más que la suma de sus componentes.

Los procesos de software pueden contener varios bucles de retroalimentación, como la asociada con corrección de defectos de diseño o código. Los retrasos resultantes de estos efectos pueden variar desde minutos hasta años. La complejidad como resultado de estos efectos y sus interacciones hace que sea casi imposible para los humanos predecir las consecuencias.  El modelado y la simulación pueden ayudarnos a comprender mejor los procesos y tomar decisiones los mismos.

 

Con motivo de la inauguración del curso académico 2015-2016 del Programa de Doctorado de Ingeniería Informática he preparado una revisión de las técnicas de modelado y simulación disponibles. Las transparencias se pueden encontrar aquí y un material escrito aquí.

jueves, 8 de octubre de 2015

Intervención en el acto de entrega de los Premios Nacionales de Informática 2013

 

 

Esta edición de los Premios Nacionales de Informática 2013 sigue marcada por la situación que soporta nuestra comunidad, y en general todo el sistema de I+D+i, que ha sufrido recortes importantes y está viviendo una incertidumbre sobre el futuro.

Una incertidumbre que impide una planificación razonable de la actividad investigadora y que está obligando a muchos de nuestros jóvenes investigadores a buscar su futuro profesional fuera de España. A pesar de esta situación de incertidumbre la investigación española en informática sigue creciendo en calidad y en reconocimiento y presencia internacional. Prueba ello es la calidad de los premiados en los premios José García Santesmases y Aritmel. Los profesores Francisco Tirado y Pedro Larrañaga. 

 

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